Dirección: Calle López Aguado 16
Precio: 15-20 euros
Web: www.casaosakall.es
Gatitos de la suerte saludando encima de la barra del bar, farolillos rojos colgados del techo, el cuadro del Rey Felipe VI de España a la izquierda, y a la derecha los cuadros de la décima y undécima copa de Europa… Unos chicos bebiendo cerveza y viendo un encuentro de fútbol entre el Átletico de Madrid y el Real Madrid en la tele. Estoy en la puerta de Casa Osaka II, el restaurante que me habían recomendado visitar «Éste japonés te va a gustar», me dijeron.
Tras pasar la marabunta de los hinchas, y así casi sin avisar como tormenta en abril, aparece Japón y la camarera de rasgos asiáticos con un español mejor del que yo hablo, y me lleva hasta un «tatami» -habitaciones de comedor privadas- decoradas con biombos japoneses, plantas de parras con uvas de plástico colgando en el techo, un cuadro de una geisha, lámparas bonitas de luz tenue y de fondo música oriental de relajación para entrar a escena.
Me hace gracia todo este recorrido lleno de saltos como las carreras de atletismo, pero es que cuando pienso que ya lo he visto todo, viene la camarera con una tapa de aceitunas y pepinillos, typical spanish, para la espera. Abro la carta que considero es el símbolo del concepto del restaurante en su máxima expresión, y después de haber estado en China y España, por fin, empieza el viaje por Japón: sopa de miso, pato a la naranja -kamo mikan-, pinchitos de setas -shiitake kushiyaki-, sashimis. Sigo pasando varias páginas de la carta hasta casi al final de ella, los minimalistas platos japoneses crecen por los más conocidos y contundentes chuletón de buey, tortilla de bacalao, rueda de ibérico o el entrecot de cebón. Y regreso, nuevamente a España y cuando digo que regreso es que regreso porque de pronto se acaba el disco de la relajante música oriental, ¡por una jotas!
Sobre la mesa, tempura de langostinos caliente y crujiente, arroz frito con verduras y gambas -ebi yakimeshi-, empanaditas de carne y verduras -los gyozas- cocidas al vapor con salsa, y los makis, de aguacate y langostino. Buena relación precio-calidad. En cuanto a los postres, básicamente son helados de fábrica, nada que decir.
Me entran dudas en la carta de vinos coñac, whisky, gin tonic, anís, sake, vinos blancos y rosados, y… ¿vino japonés? Se lo pregunto a la camarera que solo contesta que es un licor. Gracias, me queda claro que me lo pediré para la siguiente ocasión. Y en la carta de bebidas calientes, pregunto «¿qué es el té japonés?» y me responde como lo suele hacer, «es una hierba», así sin más. El tecito japonés resulta ser hojas naturales posadas en el fondo de un vaso de cristal que sienta bien. Una cena de 15 euros por persona, y de despedida unos chupitos de sake y pacharán. Y yo sólo vine a comer maki y tempura, y eso hice.