El vino en el imperio del pisco (III)

Bodega El Sol de Plata, Cañete

José Moquillaza es un impulsor de la producción de vino con uvas pisqueras con muchos retos ante la industria moderna actual, sus intentos son por recuperar el vino prieto del siglo XVII y revalorizar la uva quebranta, su lucha está encausada para que el vino peruano forje una identidad que lo diferencie en el mundo. Todo empezó «en el año 2012, habíamos estado estudiando el tema y viendo que el área de las uvas criollas se estaban reduciendo, lo cual hace peligrar la industria del pisco, y pensé que la única forma que se mantenga es usándola y estudiando las realidades. En Perú, sólo con 8 uvas tenemos un solo producto que es pisco, se puede hacer más como el caso del jerez, que con una sola uva se hacen 6 vinos. Entonces nos dimos cuenta que necesitábamos un portafolio de productos y recuperar el vino, la mistela, hacer brandy».

Quebrada de Ihuanco, vino de 100% uva quebranta

 

Es el primer vino que vio la luz de Moquillaza, hecha con la uva quebranta. Una uva que durante décadas se subestimó por falta conocimiento de sus capacidades para vino, por parte de los enólogos. «Las bodegas que producen vino de uvas internacionales, tienen uvas criollas para elaborar los piscos y sus enólogos franceses o italianos, hicieron pruebas con el quebranta para vinos, por lo que se comenta que la uva quebranta no servía para vino, yo crecí escuchando eso y cuando me tocó a mí hacer las pruebas e hice las primeras verificaciones nos salió un vino claro menos alcohólico, con menos color y estructura, y pensamos que habíamos fracasado porque la uva quebranta no era para vino. Hasta que con unos enólogos consultores que habían venido a Lima hicimos una reunión y abrimos como 20 botellas de vino peruano, yo llevé 1 pisco y 2 vinos, uno de ellos hecho con quebranta, pero advierto que no hemos tenido éxito. Cuando lo empezaron a probar lo tomaban con mucha tensión, me dijeron que había posibilidades, hay mucha fruta», explica Moquillaza.

«Pregunté por qué ese vino tiene posibilidades porque no tiene color, no tiene fuerza, tiene un residual dulzón, sino parece tinto y el enólogo me responde que la quebranta no es una uva tinta es una uva gris, y ahí me di cuenta que habíamos tenido décadas de error, porque le estábamos pidiendo a una uva gris que nos dé un vino tinto y la quebranta solo puede dar vinos claretes», nos cuenta Moquillaza.

«Dos semanas después, sin tener etiqueta, ya estaba en el menú de Central, el restaurante número uno de Latinoamérica en la lista The World’s 50 Best Restaurants 2017, Gregory Smith mencionó que lo quería para su menú, porque es peruano, tiene una historia que contar, en la boca dice cosas, en la nariz dice cosas.»

Otros vinos naturales

El primer vino orange «Albita de Ihuanco» de Perú y el más reconocido


Uvas: Cupaje de 2 cepas blancas, albilla, albillo en España y uva italia
Distribuye: La tienda italiana Gastronoma, La Viniteca y Almendariz

Vinos MiMo del valle de Ica

José Moquillaza junto al productor argentino de vino natural Matías Michelini, se han asociado para la creación de MiMo. El resultado es un tinto y dos naranjas, «Son vinos blancos con maceración de pieles por 30 o más días. Están muy de moda, efectivamente. En mi caso, uno de ellos está hecho al 100% de torontel; el otro 100% Italia. En los siglos XVII o XVIII los vinos eran así. Los tintos eran turbios, prietos».

Michelini aplicó nuevas técnicas para hacer vino natural, «él nos enseñó que la única forma para aumentar el tiempo de fermentación, para mejorar el color y la extracción polifenólica, es cortando la uva antes de su maduración, un mes antes, y como hay menos azúcar, hay menos bacteria. Eso permite que haya una maduración de 30 a 60 días con piel y pulpa antes del prensado y los resultados han sido notables, ahora si podemos decir que somos un clarete tipo pinot noir», señala Moquillaza.

Este vino se encuentra aprobado por El Celler de Can Roca y en cualquier momento podremos encontrarlo en su carta.

La tierra de la vid de Ihuanco e Ica

 

A continuación, Moquillaza describe los suelos de Ihuanco e Ica y sus condiciones meteorológicas de los lugares donde produce sus vinos con uva criolla. Ihuanco está ubicado en Cerro azul, justo antes del valle de Cañete, a unos 5km frente al mar a 100 msnm. Es un clima marino con mucho sol durante el día, neblina, y por la tarde, frescura, características meteorológicas que hacen un grano pequeño y con mayor piel sobre pulpa, que lleva a una gran extracción.

En Ica es al revés, se encuentra a 50 Km del mar sobre unos 400 msnm. Los viñedos están entre el desierto y estribaciones más bajas de montaña, hay más luminosidad y menos viento, lo cual hace que los granos sean más grandes, formen más azúcar, y la extracción sea menor.

El suelo en Ica es franco arenoso; en Ihuanco franco pedregoso con mejor drenaje.

Las temperaturas en Ihuanco son mucho menores que en Ica, por las tardes llega la brisa marina y en Ica, es el desierto puro y duro.

Las fermentaciones en Ihuanco son muy quietas; en Ica son muy tumultuosas por la falta de amplitud térmica.

Las levaduras en Ihuanco son unas levaduras estables, las de Ica son caníbales, son brutales.

 

Radiografía de vinos naturales


 
Bodega: La Quilloay – vinos MiMo
Responsable de la bodega: José Moquillaza
Director técnico: José Moquillaza
Enólogo: Jimmy Peña
Capacidad: 2000 litros
Producción anual en botellas: 2500 botellas
Destino de producción: Perú, Tailandia.

 

Viñedo El Quintanar


 
Responsable del viñedo: Camilo Quintana
Viñedo propio:
Procedencia de la uva: San Juan de Ihuanco, distrito de Cerro Azul provincia de Cañete, Lima
Variedad de uva blanca: Albilla e Italia (Muscat de Alejandría)
Variedades de uva tinta: Quebranta
 

Quebrada de Ihuanco, vino gris


 
Uvas: 100% Quebranta
Maridaje: tubérculos andinos y potajes del Perú
Temperatura servicio: 15 ºC
Barrica: No, se utiliza contenedor de vidrio
Precio: US$15
Nota de cata: Tawny, frutas frescas dulces y tierra humeda, frutal
Comentarios: Phil crozier, enólogo inglés, «El Quebranta debe ser el pinor noir de América Latina»
Carta de vino: Restaurante El Celler de Can Roca, Central, Maido y A&G
Técnica de cultivo:
En 2014 se experimentó con parras de pie franco -cepa que no ha sido injertada y vive de sus propias raíces originales- ya que demuestran una gran superioridad sobre la uva porta injerto. Esto se debe a que hay una nutrición directa del suelo con la raíz.
Debido a que el preferido era el vino de pie franco y el porta injerto no era consumido, se mezclaron ambas y resultó un vino muy balanceado. Las parras de pie franco tienen más de 30 años.
Investigación del proyecto: 1 año

Vino Quebrada de Ihuanco

 

Albita de Ihuanco, Vino orange

 

Uvas: 50% albilla y 50% italia
Maridaje: Pescado y platos frescos con acidez Temperatura servicio: 14 ºC
Barrica: No Precio: US$15
Nota de cata: Salmón, fruta dulce y oxidativa, uvas con bien volumen y persistencia

Albita

Falta investigación y recursos económicos

 

Las autoridades no intervienen en el desarrollo de la industria vitivinícola del país, a pesar de su enorme potencial que se retrata en la historia de José Moquillaza y sus vinos con uvas criollas, que hemos conocido. “La asesoría técnica que recibió Moquillaza de parte del productor argentino Matías Michelini, pudo mejorar enormemente, le dio las pautas para aprovechar al máximo el quebranta, una variedad más delgada que las otras. Si lo mismo pasara con otros productores se avanzaría mucho más”, afirma Pedro Cuenca.

Y también, con la ayuda de estudios y experimentación del campo por parte del Estado, que lamenta Moquillaza, que no se hagan “Se debe investigar por medio del Ministerio de Cultura, y nosotros como empresa deberíamos estar haciendo también investigación para elaborar vinos de todas las uvas criollas, pero faltan presupuesto e instalaciones, sin los cuales no podemos replicar, a pequeña escala, los vinos de los siglos XVII y XVIII. En aquel entonces se hicieron vinos estándar, entre 20 ó 25, y de ellos unos 3 ó 4 exportables. Para cumplir este objetivo, nos encantaría recibir apoyo de empresas privadas como Telefónica.”

Por el momento queda claro que el pisco es el rey de la uva en el Perú mientras que el vino, monarca original, apenas sobrevive entre este mar de destilados. El sueño de Moquillaza es que la industria nacional recupere los vinos originarios del país con las uvas pisqueras y que se ofrezcan en los restaurantes más populares como pollerías y chifas, como era entonces en las tabernas y pulperías. De alguna forma, lo mismo que él está haciendo ahora para restaurantes de renombre, pero que no tiene su igual en otros negocios populares, realmente es una oportunidad de llenar un vacío con un sorbito de nuestra Historia.

Con todo, el vino de uvas criollas ha regresado de entre los muertos y aparece en la carta de los mejores restaurantes de Lima y en uno de los mejores del mundo. Aunque ahora hay otros vinos con aires franceses de la tierra, que son mayoría y que ocupan los estantes de los supermercados limeños… las cosas ya no son como antes. Sin embargo, queda todavía algo de esperanza, el sueño de Moquillaza está por cumplirse.

Variedades de uvas criollas

Ochos son las variedades de uva que existen en Perú y son utilizadas para elaborar pisco.

1. Quebranta

En aroma de pisco: Manzana, plátano, melocotón, pasas negras, heno y lima.
Procedencia: Ica y Cañete
Descripción: El Dr. Juan Cacho Palomar, catedrático de la Universidad de Zaragoza (España), menciona que la quebranta es el cruce del listán pietro (Negra criolla) y negramoll (mollar). Es un cruce del siglo XVII. Asimismo, Moquillaza señala que «la quebranta solo existe en el perú».

Quebranta

2. Mollar (o negramoll)

En aroma de pisco: Melocotón, plátano, manzana, lima, miel y hierba fresca
Procedencia: Ica

Mollar

3. Negra criolla (conocida también Listán pietro)

En aroma de pisco: Melocotón, manzana, tostado, hierba fresca y lima
Procedencia: Moquegua, Arequipa y Tacna

Negra criolla

4. Albilla

En aromas de pisco: Manzana, melocotón, lima, especias y flores.
Procedencia: Ica y otras.

Albilla

5. Moscatel

En aromas de pisco: melocotón, lima, mandarina, rosas, manzana, miel y vainilla

Moscatel

6. Torontel

En aromas de pisco: lima, mandarina, azahar, jazmín, melocotón y miel.
Procedencia: Ica

Torontel

7. Italia

En aromas de pisco: lima, hierba luisa, jazmín, miel, pasas rubias y frutas tropicales
Procedencia: Moquegua, Tacna

Italia

8. Uvina

En aromas de pisco: herbáceos, y frutas como el níspero
Procedencia: Cañete

Uvina

El vino en el imperio del Pisco (II)

vino

El presente del vino peruano

 

Una nueva historia comienza para el vino, en el 2000. Momento en que la gastronomía despega y es lo que parece animar a la industria. A partir de ese año, «se nota un avance y un resurgimiento de la industria vinícola; las bodegas antiguas que produjeron por muchos años vinos dulces, empezaron a producir vino seco, empezaron a dotarse de tecnología, contratar asesores externos», comenta Cuenca, sumiller y difusor de pisco y vino.

Sin embargo, la corriente actual de las bodegas más importantes del país y de hecho, las que dominan casi todo el negocio, es seguir el patrón de plantar viñedos franceses como los países de Chile, Argentina, incluso España, los cuales, hoy son grandes referencias mundiales. Pese a que podría sonar bastante contradictorio al discurso gastronómico que predica el país, de revalorizar los productos de la tierra y del que propio Gastón Acurio, el padre de la cocina peruana hace gala. En la actualidad, «el vino prieto murió y se sustituyó por otros de reminiscencias europeas, no hubo más vino de uvas criollas, salvo para la producción del pisco y mistela», dice Moquillaza, propulsor del pisco y vino de uvas criollas.

Según Pedro Cuenca tendría una explicación, y es que la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) reconoce en su legislación a la especie ‘vitis vinífera’ apta para producir vino seco de calidad, entonces Perú no tiene más opciones. Además entre todas las especies de uvas en el mundo, la más usada es la francesa y quizá sea por su resistencia a cualquier clima, añade Cuenca.

Los vinos que podemos encontrar en Perú son de las variedades de uva como la cabernet sauvignon, tannat, petit verdot, malbec y muy poco merlot. En variedades blancas, chardonney, sauvignon, chennon blanc, chateau de buxeuil. Y una de ellas, Vista Alegre cultiva la uva tempranillo española y que Cuenca, recomienda.

¿Dónde está el vino?

 

Los peruanos de a pie tenemos muchas opciones de bebidas para tomar. Antes que un vino, para acompañar almuerzo o cena preferimos un pisco o una cerveza, y los refrescos gaseosos como la Inca Kola, los naturales como la chicha morada o el maracuyá, o incluso infusiones de cualquier tipo como un agua de cebada y hierbas, aunque esto último suele ser la bebida incluida en los menús del día. Casi ni rastro de vino en una mesa cualquiera.

Sólo con echar un vistazo a las estadísticas de consumo per cápita el promedio en el 2016 es de 1.4 litros por persona al año, es decir 2 botellas, o lo que es lo mismo, unas 12 a 14 copas por peruano. El consumo es muy bajo. El sumiller Cuenca Espinoza nos explica que Perú es un país dividido en costa, sierra y selva, tres grandes franjas geográficas muy diferentes en todos los aspectos. La mayoría de la población que consume vino se concentra en la costa, principalmente en Lima y Arequipa. El poco vino que se consume en las principales ciudades de la sierra lo toman básicamente los turistas extranjeros. Además, pocos son los restaurantes limeños que tienen una carta con vinos peruanos, en su mayoría la oferta recae en vinos chilenos, argentinos, españoles o franceses. En los restaurantes populares, el vino escasamente aparece y tan poco caso se les hace que en algún sitio los he visto literalmente cogiendo polvo. El alto coste del vino en carta, superior al de la mayoría de los platos, me lleva a suponer que sea un buen motivo por el que en estos últimos restaurantes no se escoja, sumado al hecho de que no se ofrezcan por copas, sino únicamente por botellas.

Una nueva clase media limeña

 

Antes se vivía con mucho menos, quizá en la época de nuestros padres un viaje o una cena en un restaurante era poco habitual, a comparación de nuestra generación que ya puede darse estos caprichos. La nueva clase media de la capital surge entre el 2003 y el 2008 conformada por los hijos de los migrantes de otras provincias que residen en la capital y que con sus estudios profesionales se han colocado en puestos de trabajo bien remunerados. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Lima tiene cerca de 10 millones de habitantes como revela las encuestas del 2015. Cuenca refiere que Lima es compleja y polarizada, ya que 3 millones son limeños, y los otros 7 millones son descendientes de provincianos, que llegaron huyendo del terrorismo y de la pobreza; esas personas han crecido consumiendo chicha, cerveza y gaseosa.

Sin embargo, «lo que pasa con estos jóvenes es que se terminan moviendo en un nuevo círculo social en donde se bebe vino, y se ven ante la situación de que no encajan por falta de conocimiento. Por ello, se muestran interesados por aprender y beber vino.

Pero lo que ocurre es que los grandes empresarios del sector no ven como un posible nuevo mercado y hay pocas oportunidades para que éstos jóvenes aprendan. «Las actividades de los importadores o de los supermercados se concentran en los distritos típicos de Lima, San Isidro, San Borja y deja a la población de los conos de la capital -la nueva clase media-, es decir hay una torta por la cual todos se pelean por su porción y cada vez que aparece una nueva marca busca coger algo de la misma torta y no se mira alrededor», explica el sumiller.

Chicha morada

¿Por qué no tenemos cultura del vino?

 

Esto podría tener respuesta en la historia de la migración de nuestro país, porque llegó a ser mucha pero luego quedó muy poca. En los años de 1840 y 1880, Perú fue el primer exportador mundial de guano, los países demandantes pagaban lo que sea por la materia prima que movía al mundo. El país respiraba estabilidad política y tranquilidad económica, que era traducida en una prosperidad atractiva para muchos inmigrantes. Sin embargo, la sobreexplotación del guano, el descubrimiento de sustancias artificiales en Alemania usado como abono y la posterior Guerra con Chile, le llevaron a la decadencia de producción a fines del XIX y con ello, la corriente migratoria enseguida empezó a disminuir en un alto porcentaje, sirva el ejemplo de la capital, Lima, donde en esa época de bonanza habitaba una proporción del 50% de extranjeros, pero con el declive, apenas se quedó en un 7%. No existen registros con el número exacto de extranjeros que ingresaron o salieron del país, entre 1821 y 1970, pero todo apunta a que ciertamente su número aumentó en la primera mitad de siglo y disminuyó en la segunda por las razones ya mencionadas.

Más o menos en la misma época, los vecinos países del continente estaban interesados en incrementar la población con inmigrantes europeos, puesto que les significaba más habitantes y a más habitantes mejor explotación de los recursos, más producción, en definitiva, más progreso y riqueza. Argentina fue el mayor receptor de inmigrantes comparativamente con otros países de América, poseía buenas políticas migratorias que alentaban a emigrar al extranjero (1861 – 1920) indica Pablo Lacoste en El vino del Inmigrante. Es así que en 1907, Argentina tenía nada menos que 1 millón de extranjeros frente a un total de 4 millones de habitantes. En el caso, de los chilenos, en el mismo año, existía 135 mil foráneos de una población total de 3 200 000 habitantes, ellos lograron una importante flujo de migración, especialmente de pobladores alemanes en la región de Los Lagos, aunque mucho menor que Argentina.

Esta ola de migración hacia América coincidió con el ataque de la filoxera en Europa, lo que produjo que muchos viticultores europeos emigraran al Nuevo Mundo buscando buenas tierras para el desarrollo de la vid. “En el caso de Chile, familias adineradas emigraron desde Europa en el siglo XIX e invirtieron en las que ahora son viñas importantes en el país del sur, como Concha y Toro, Valdivieso, Undurraga, entre otras. Justamente cuando la tendencia gastronómica en Europa era beber vino. En Argentina, la migración italiana llevó una fuerte influencia en la cultura del vino. Por contra, en Perú, el consumo del vino que originalmente la hubo por los españoles desde la época colonial pero retrocedió”, señala Cuenca.

La leyenda: «El vino peruano es malo»

 

Es un tópico popular que se repite mucho. El sumiller Pedro Cuenca indica que el consumidor es difícil porque tiene más fe en los vinos extranjeros que en su propio vino. “Los sumilleres de mi generación venimos tratando de mostrar que es equivocado. La industria de vino en el Perú ha mejorado bastante aunque todavía faltan ciertas medidas”, agrega.

Paladar peruano

 

Nos gusta el vino dulce, somos golosos tanto que parece que cuando nos dan a probar un tinto semiseco ponemos mala cara. Por eso, en algunas catas me suelen advertir con premura “¡Cuidado! Es semiseco, no te va a gustar, eso les gusta a los extranjeros”.

En cuestión de vinos nacionales preferimos los blancos, mientras que para los tintos elegimos los importados, sugiere Cuenca.

La materia prima es costosa

 

«Hacer vino en el Perú es caro», señala Cuenca. La uva es 10 veces más cara que en Chile. «Es por eso que muchas bodegas escogen comprar vino argentino, vino chileno o mosto chileno o mosto argentino y aquí completar la producción, pero eso le quita autenticidad a nuestros vinos aunque es compresible en cierta forma. Si el precio de la uva no te permite ser competitivo, tiene que ver la manera de cómo ser competitivo, pero esto ni el peruano ni el extranjero no lo va a comprender, quienes estamos en este rubro sabemos de ello y quizá lo podríamos comprender; es difícil vender bajo esas circunstancias».

La razón podría ser por la disgregación de los productores vinícolas, hay una falta de organización gremial de todos los productores, y tampoco se cuenta con un registro oficial del número de grandes y pequeños productores de todo el país, cada uno va por su cuenta «por eso que la uva es cara, porque los insumos que se compran son carísimos, se venden de forma individual a la bodega; si se vendiera en bloque habría un bloque de negociación, hay mucho trabajo que hacer», afirma Cuenca.

«Deberían juntarse los productos, tener una asociación que trabaje en la imagen del Perú y aproveche la buena imagen de la gastronomía, y que promueva que en los restaurantes al menos haya un vino peruano», comenta Cuenca.

El vino y la gastronomía

 

Los peruanos somos un poco como bichos raros ante tanto turista que está acostumbrado a estos caldos sin fronteras. En su experiencia como sumiller, a Cuenca le suele ocurrir que «cuando viene un extranjero y lo llevo a un restaurante de comida tradicional, se encuentra con una carta con el 98% de vinos internacionales. El turista quiere tomar vino peruano, no quiere tomar vino español o argentino. Los restaurantes fallan, se puede buscar bodegas de otras partes del Perú con vinos interesantes». Y añade,»a la gastronomía peruana le falta el compañero perfecto, que es el vino. El pisco no se puede maridar con comida. Para un ceviche tenemos muy buenos vinos blancos, para un lomo saltado tenemos bueno vinos tintos, falta liderazgo, falta el Gobierno, la gastronomía no sólo es comida, también es bebida».

Enólogos

 

“En su mayoría, los enólogos de las bodegas importantes del país son franceses o italianos”, señala Moquillaza.
Son pocos los enólogos peruanos y muchos menos los que se han formado en el extranjero. «Tenemos en el norte de Tacna al sumiller Juan Carlos Miró, un chico joven que se ha formado en Francia y que ante la escasez de trabajo allí, una empresa productora de fruta en Tacna, lo contrató para hacer vino; lo bueno sería que el Gobierno Regional de Tacna lo contrate para asesorar a los todos productores y les ayude a mejorar el vino que ya se produce», indica Cuenca.
Otras problemática es que «los enólogos peruanos se han formado con vino chileno y argentino«, comenta MoquillazaY en el caso de enólogos internacionales, cuando catan el vino de uvas criollas, son aromas y sabores que no tienen registrados en el paladar.

Pequeñas bodegas

 

Las pequeñas bodegas están haciendo lo opuesto de lo que están haciendo las grandes bodegas, y es hacer vino seco con uva negra criolla y con quebranta, variedades que sólo se desarrollan en el Perú. A lo largo de las zonas productoras se pueden ver estas iniciativas, pero la falta de recursos económicos no les permite crecer. Según Cuenca, el problema va mucho más allá y es «la falta de participación de diferentes actores, no sólo es el productor, es el Gobierno que debería apoyarlos, capacitarlos, para que ellos puedan mejorar el vino, ese apoyo todavía no lo hay».

Asimismo, el vino que se produce en las diferentes provincias se queda en las mismas y no sale al país. Es difícil ver un vino en Tacna en algún supermercado o tienda en Lima, explica.

Ica es el mayor productor de pisco y vino de Perú

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