Ya es octubre, hace frío y pronto será invierno en Europa. Es el tiempo en que las calabazas se dejan ver y tiene lugar el Halloween. Más o menos por esta temporada, el año pasado viajé a Zúrich, y descubrí que esta época tiene otro significado para los suizos: es la cosecha de la calabaza y por lo tanto la celebración del famoso ¡Festival de la calabaza!
Visité la granja Juckerhof, donde se organiza este evento. Esto está ubicado en Seegräben, un pueblo de Zúrich, a orillas del lago Pfäffikersee. Aunque específicamente no estuve en el día central sí que pude ver todo el ambiente de lo que pasa en la fiesta, porque la temporada de cosecha comienza desde septiembre y termina a principios de noviembre.
En otoño, la granja Juckerhof es el reino de la “kürbis”, como llaman a la calabaza en alemán. Todo está dedicado a ella. Hay casitas de madera cerca del lago, algunas hacen de almacén de los frutos y otros recintos para restaurante o tienda.
Pero lo más grandioso de este lugar, es cuando los ojos se te quedan embelesados por la infinidad de variedades de calabazas, de todos los colores, tamaños y formas que no te podías imaginar. Creo que nunca había visto tantas en mi vida.
En total hay 300 tipos, aunque 20 son las más comerciales, otras sólo se emplean para decorar las puertas de las casas en Navidad o para tallar la famosa figura aterradora de Halloween. Los suizos no se han podido resistir a la fiesta americana.
Otras de las cosas que llaman la atención son las enormes figuras de dos metros de altura construidas con calabazas que se levantan como estatuas. Están en todas partes.
Cada año eligen una temática, en esta ocasión teníamos a personajes romanos y animalitos.
En el mercado, puedes comprar calabazas que se distinguen con letreros de variedad, aroma, uso de cocina o de decoración. La tienda también es muy curiosa, hay varios productos derivados de la calabaza. Pipas, fideos de calabaza, cosmética, cajas de cartón con varios ingredientes, acompañados de una receta para preparar en casa.
Otras atracciones son especialmente para los niños, como un corralito de cabras, o huertos de manzanas con laberintos.
Esta fiesta es una costumbre helvética que me hace reflexionar. Suiza es un país tradicionalmente agrícola y de pastoreo, viven en las montañas y los valles. Aman su tierra. Y este festival es muy sencillo pero a la vez admirable, porque es un escaparate para mostrar la gran variedad de las calabazas. ¿Cómo se puede hacer tantas cosas con un sólo producto?
Aparte, se desarrollan actividades, concursos de tallado de calabazas, o entre los propios granjeros compiten por quién cultiva la calabaza más grande y pesada. Hay diversión. Es la manera que tienen de homenajear a la tierra e intentan que no se pierdan los hábitos, de hijos a padres. Me quito el sombrero.